Caso Dani Alves: qué se sabe y qué queda por probar aún
El futbolista brasileño pasó de negar los hechos a argumentar que no hubo agresión sexual sino relaciones consentidas
Los restos de semen y el informe médico corroboran el relato de la víctima
La declaración de la joven que ha denunciado a Dani Alves por agresión sexual: «Estuvo un rato pegándome en la cara, sentí que me ahogaba»
'Ángela', la contraseña de los locales nocturnos y otras medidas contra las agresiones sexuales en las discotecas
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El pasado 31 de diciembre, ABC avanzó que los Mossos d'Esquadra investigaban a Dani Alves por una presunta agresión sexual en la discoteca Sutton de Barcelona esa misma madrugada. El jugador brasileño lo negó. Aseguró haber pasado un rato en el local, pero también que allí «no pasó nada». El pasado viernes, el Juzgado de Instrucción 15 de Barcelona, ordenó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza.
Si en un primer momento Alves negó los hechos, e incluso afirmó no conocer a la víctima, después se desdijo, y pasó a alegar que las relaciones habían sido consentidas. Por el contrario, la denunciante ha mantenido un relato coherente. Los restos de semen localizados en el lavabo de la discoteca donde se habría producido la agresión, así lo corroboran, a falta de las pruebas de ADN. También las huellas allí encontradas, que verifican la secuencia descrita por la joven de 23 años.
El chequeo que realizaron a la víctima en el Hospital Clínic también secunda que la agresión fue violenta. Lo detalló ella misma en su declaración ante los Mossos d'Esquadra, cuando explicó que el brasileño le propinó «bofetadas. Estuvo un rato pegándome en la cara». También presenta una lesión en la rodilla que otorga veracidad a su testimonio.
Aunque algunos medios explicaron que solo pasaron unos 47 segundos en el interior del baño, es una información falsa. Denunciante y denunciado estuvieron 16 minutos en el habitáculo donde ella asegura que la violó. Así lo recogen las cámaras de vigilancia de la discoteca. La joven relató que, aunque trató de salir de allí, Alves no la dejó. «Tú no te vas a ir, salgo yo primero», narró en su declaración ante la Policía catalana.
Tras fallecer su suegra, Alves viajó desde México a España, con un permiso del club donde jugaba, el Pumas. El 20 de enero acudió a la comisaría de los Mossos en Les Corts y de allí salió en un coche patrulla para declarar en los juzgados. La Policía no le tendió una trampa para detenerlo. A través de su abogada, estuvo a disposición de los investigadores desde que la joven formalizó la denuncia. Acudió de forma voluntaria a dependencias policiales.
La juez, tras escuchar a la denunciante, y corroborar que su relato era «coherente», así como los indicios de los investigadores y el parte del Hospital Clínic, decretó el ingreso en prisión de Alves, tras escuchar también su relato, en su caso, contradictorio.
Si en un inicio Miraida Puente asumió en solitario la defensa de Alves, ahora a ésta se ha sumado el penalistaCristóbal Martell, que también representa a la familia Pujol, y quien, en su día, también llevó a Leo Messi. La intención de ambos es solicitar la excarcelación del juzgador, y que la juez decrete su puesta en libertad con alguna medida cautelar, como la retirada del pasaporte.
La instructora justificó su ingreso en la cárcel, no solo por los indicios y las contradicciones, sino por un posible riesgo de fuga, ya que Alves es brasileño y dicho país no cuenta de tratado de extradición con España.
Pendientes de dicha decisión, si acusación y defensa no llegan a un acuerdo, Alves podría pasar más de un año entre rejas hasta el señalamiento del juicio. Por el delito de agresión sexual se enfrenta a una pena de entre cuatro a doce años de cárcel.
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